jueves, 11 de septiembre de 2014

194 // Alicia

Han pasado tantos años. Tantos veranos, tantas lunas llenas desde que me besaste por primera vez. Nos vamos haciendo cada vez mayores. No me lo puedo creer. Meritxell no envejece, ella es siempre igual. La mujer orgullosa, el reflejo de lo que querría ser yo, y no puedo. Me cuesta fingir. Tantos disfraces que nos inventamos cada mañana para parecer ser lo que no somos.

Las palabras duelen, pueden herir más que cualquier otra cosa. Me asombra lo indiferente que me muestro frente a tu presente, estos rebaños de letras ordenadas como sea, sin pensar, sin ninguna lógica, sin una razón aparente. Dejo que se me escapen algunas lagrimillas, porque me es muy difícil familiarizarme con lo que va a venir. Y sí que va a venir, porque el maldito tiempo se va volando, por lo mucho que yo desee atraparlo, esfumarlo... allí está, se va corriendo. Pronto estaremos en otro sitio, otro lugar de la tierra, llenos de más de dos años de recuerdos, delirios y sueños de hadas...

Hoy la vi en la pantalla. Su castillo, su cuerpo embarazado. Casi he podido sentir su espanto y su soledad. Esta es la palabra más adecuada. Él me lanza todas estas palabras que cortan la piel, se clavan muy dentro del alma como espinillas y empiezan a pudrirse allí, alimentándose con todo el amor que contiene mi ser. El amor que es mío y solo mío, y que desde hace mucho tiempo ya no quiero compartir. Y yo solo bajo la mirada, y un mililitro de agua salada marca la piel de mi mejilla, y pasa desapercibido. Soy la Alicia en su país de las maravillas, constantemente negando la existencia de la realidad. Nadie tiene la llave de mi jardín mágico. Tanta tranquilidad, madre mía, nunca había estado tan tranquila. No creo en ninguna capital, no creo en su sinceridad, no creo en nada. Soy yo. Saboreando con detención cada minuto que me queda de esta miel, esta dulzura que me rodea.

Será que me he rendido. Juré no rendirme jamás pero creo que aquél entonces no tenía ni idea. Han pasado tantos años, tantísimos años que yo vivo con mis sueños de niña, pensando que el mundo es bueno, que tan solo existe mi París un junio del 2009, que alguien sigue soñando con mi piel como si fuera la tela más hermosa del universo. Ignorando que la realidad ha cambiado, que algunas personas han desaparecido, que ahora ni se acuerdan de que existo. La rueda que nunca frena. Viene y va, y se va. La capitulación, es la cosa más placentera posible, una serenidad incondicional. He llegado a un punto en el que ya nada puede doler, que me hice ciega y sorda y no detecto la señal. Estoy. 

Quise escribir una carta. Quise encontrar cualquier manera de hacer lo imposible. Reordenar tus neuronas, hacerte entender. Mi vicio más grande es que no se dejarlo así, hecho mierda, como sea. Es que me quedo atónita frente a este amor que me das, un amor tan sincero y esta manera de ser tuya. Hoy me pasaré la noche dejando que me devore esta melancolía helada y mañana volveré a ser feliz.

"Cuando otra persona intenta hacerte sufrir, es porque sufre profundamente dentro de sí, y su sufrimiento se ha rebosado.
Esta persona no necesita un castigo, necesita ayuda; ese es el mensaje que está enviando."

Thich Nhat Hanh


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